Published in El Nuevo Día: Tribuna invitada on August 21, 2019

Mientras Puerto Rico disfruta de una aparente tregua política, asombrado por la sagacidad que hasta el momento ha demostrado la tan subestimada Wanda Vázquez, en Roma acaba de estallar el caos político.

Y es que la abrupta y súbita dimisión del primer ministro Giuseppe Conte, este pasado martes 20 de agosto, abre una peligrosa caja de Pandora que muy bien podría desencadenar una macabra crisis financiera de proporciones globales, cuyas consecuencias con toda certeza se dejarían sentir con fuerza en nuestras latitudes.

Irónicamente, el caótico escenario italiano guarda estrechas similitudes al nuestro. Giuseppe Conte, al igual que Wanda Vázquez, nunca ha sido político. Al igual que Vázquez es abogado de formación, ocupando la cátedra de Derecho Privado de la Universidad de Florencia por los pasados 20 años. No aspiró a posición electiva alguna en las elecciones generales de 2018.  Tal cual Wanda Vázquez, llegó a la primera magistratura italiana accidentalmente y a última hora; como un improbable candidato de consenso escogido de común acuerdo por el altisonante Matteo Salvini y el neófito Luigi Di Maio —ambos rivales a muerte y líderes máximos de las dos fuerzas políticas principales de Italia: La Liga y el Movimiento 5 Estrellas.

Y tal como se vislumbra el futuro de Wanda Vázquez por la gobernación, el fugaz paso de Conte por el Palazzo Chigi (de 1 de junio de 2018 a 20 de agosto de 2019) ha sido altamente borrascoso. Conte se topó de frente con las mismas plagas que Vázquez viene enfrentando desde el 7 de agosto: la avaricia por el poder y el dinero de las pirañas políticas, el predominio del cálculo partidista por encima del cálculo patriótico entre las cofradías políticas tradicionales, el aplastante peso de una deuda pública sin control y el ojo escrutador de la Unión Europea y sus financieros en Bruselas y Berlín (tal cual el Congreso y su Junta de Control Fiscal sobre Puerto Rico).

Conte cayó porque Salvini está más interesado en llegar al poder de la mano de un ideario eminentemente incendiario, racista y populista (a la Donald Trump, Jair Bolsonaro y Rodrigo Duterte), que en enderezar el torcido rumbo que lleva Italia. Ahí que Salvini, valiéndose del artículo 94 de la Constitución italiana, traicionara a Conte exigiendo prematuramente un voto de no confianza, forzando así la sorpresiva salida del primer ministro en el momento más álgido de las negociaciones sobre presupuesto y deuda con Bruselas.

Todo ello muy parecido al frustrado autogolpe de Thomas Rivera Schatz y Jennifer González, quienes desde la manipulación y la intimidación intentaron sacar a Wanda Vázquez de La Fortaleza para ellos mismos parapetarse en el poder, en momentos en que Puerto Rico (como Italia) ni siquiera cuenta con presupuesto ni plan fiscal. El tiro les salió por la culata. Y a Salvini aún le podría salir el tiro por la culata si Conte en los próximos días logra concertar un nuevo gobierno de coalición entre el Cinco Estrellas de Di Maio y los socialdemócratas del ex primer ministro Matteo Renzi — en cuyo caso no habría convocatoria a nuevas elecciones y Salvini quedaría fuera del Consejo de Ministros.

Italia, que en los últimos 72 años ha tenido 66 primeros ministros, es hoy un país inmanejable; su deuda sobrepasa los €2 trillones de euros (130% de su PNB), su crecimiento económico es de 0% en lo que va de año, su desempleo es de sobre 11% y su destino inmediato se debate en las manos de una pandilla de políticos corruptos, ineptos e inmaduros que están a las puertas de provocar una crisis global que dejará chiquita a la de Grecia (el colapso italiano sería 10 veces más grande que el griego).

Bien haría Puerto Rico en mirarse fijamente en el agrietado espejo de Italia.

Rafael Cox Alomar

Rafael Cox Alomar