Published in El Nuevo Día: Tribuna invitada on June 11, 2019

Gran Bretaña vive hoy al filo de la navaja. Las tierras ancestrales de Ricardo corazón de león, William Shakespeare y Winston Churchill enfrentan hoy el violento embate de los vientos de cambio, de aquellos mismos vientos de cambio a los que en 1960 se refirió con dejo de impotencia el entonces primer ministro Harold Macmillan al contemplar el desmoronamiento del hasta entonces imbatible imperio británico.

Y es que la accidentada renuncia de la primera ministra Theresa May (anunciada por ella misma entre lágrimas el pasado viernes desde el número 10 de Downing Street) pone a Londres entre la espada y la pared.

¿Y por qué?

Porque ha abierto una peligrosa Caja de Pandora.

¿Y cuál es esa?

La feroz batalla que empezó este lunes entre los 11 precandidatos que anhelan suceder a Theresa May y heredar de ella no solo el liderato máximo del escuálido Partido Conservador sino, y más importante aún, la primera magistratura del país que aun ella detentará hasta el próximo 22 de julio.

¿Y cuál es la pertinencia de ese culebrón?

Que se da cuando Gran Bretaña y la Unión Europea aún no tienen ni siquiera un acuerdo mínimo que posibilite el Bréxit. Recordemos que ya en dos ocasiones (tanto en enero como en marzo de 2019) la Cámara de los Comunes derrotó los acuerdos a que había llegado el gobierno de May con Bruselas. Así las cosas, el Bréxit anda en neutro, con una fecha fatal de 31 de octubre, pero sin certeza alguna sobre cómo afectará a la zigzagueante economía británica. Tal incertidumbre no es solo fatal para Londres, sino que también es fatal para Bruselas y el resto del mundo (incluyendo a los Estados Unidos y por consiguiente a Puerto Rico también).

¿Y qué es el Bréxit?

La salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, a la que se vinculó en 1973.

¿Y por qué la lucha por la sucesión de May puede afectar negativamente las negociaciones entre Londres y Bruselas?

Porque les inyecta el nauseabundo virus de la política chiquita. Por ahí ya anda el ex alcalde de Londres y cuate de Donald Trump Boris Johnson amenazando con dejar de pagarle a la Unión Europea los €44 mil millones que Gran Bretaña le adeuda si no accede a todos los reclamos de la derecha británica. La propuesta de Boris es, a todas luces, disparatada y peligrosa (como advirtió Emmanuel Macron) porque abocaría a Gran Bretaña al impago (“default”) con consecuencias desastrosas (como descubrimos aquí). Pero este es el tipo de propuesta atrevida que lo mantiene al frente en las encuestas, como favorito para suceder a May y convertirse en primer ministro el próximo 22 de julio.

Si los números se mantienen como van, dentro de poco Boris Johnson se unirá por derecho propio a la estrambótica cofradía encabezada por Donald Trump y Vladimir Putin desde el norte, Jair Bolsonaro desde el sur, Rodrigo Duterte, Kim Jong-un y el Sultán de Brunéi desde el oriente y Matteo Salviniy Marine Le Pen desde el occidente(con Thomas Rivera Schatz desde el Caribe). Dios nos coja confesados.

¿Y qué le depara el destino al Partido Conservador británico tras la debacle de May?

El Niágara en bicicleta.

¿Y a Gran Bretaña?

Una lucha cuerpo a cuerpo por asegurar su propia supervivencia, particularmente hoy cuando a raíz del lodazal del Bréxit Escocia e Irlanda del Norte (en donde la mayoría del electorado votó en contra del Bréxit) nuevamente comienzan a batir los tambores de la secesión.

¿Y al soñoliento Puerto Rico?

La zarza y el guayacán si no despertamos de nuestra propia crisis de identidad y convergemos más allá de líneas partidistas sobre la base de un amplio proyecto estratégico de regeneración económica y descolonización política.

Rafael Cox Alomar

Rafael Cox Alomar