¿Qué dijo Trump?
Luego de casi dos meses de tira y jala entre la Casa Blanca y la nueva mayoría demócrata en la Cámara federal, y del cierre más prolongado del gobierno federal en la historia de los Estados Unidos, el presidente Trump compareció anoche ante el pueblo norteamericano y pronunció su mensaje de situación de estado (“State of the Union Address”).
A solo pasos de su nueva némesis (y anfitriona) Nancy Pelosi y de su silente testaferro Mike Pence, Trump nos dejó entrever, a su modo, su visión de por dónde andan hoy los Estados Unidos de América. Y, además, de por dónde anda hoy su cabeza.
Como cuestión de umbral, la pregunta obligada es ¿qué es eso del “State of the Union Address”? ¿Por qué Trump se presentó anoche al Congreso que tanto detesta?
Porque la Constitución federal en su artículo 1 (sección 3) establece que “el presidente informará periódicamente al Congreso sobre el estado de la Unión y le recomendará aquellas medidas que él estime necesarias y convenientes.”
¿Y por qué fue personalmente si la Constitución no lo requiere?
Si bien es cierto que el texto constitucional no requiere que el presidente vaya personalmente al Congreso a informar sobre la situación del estado del país, la tradición iniciada en 1790 por George Washington ha sido precisamente esa.
La tradición iniciada por Washington, no obstante, fue suspendida por Thomas Jefferson en 1801. Como a Jefferson lo que sobraba de inteligencia le faltaba en oratoria, decidió enviar sus mensajes de situación por escrito al Congreso. De ahí en adelante todos los sucesores de Jefferson (incluyendo al benemérito Lincoln) enviaron mensajes por escrito.
No fue hasta 1913 que el presidente Wilson regresó a la antigua tradición iniciada por Washington y hasta entonces solamente emulada por John Adams.
De ahí en adelante (con las excepciones de Harding, Coolidge y Hoover) todos los presidentes ininterrumpidamente (incluidos Roosevelt y Kennedy) acudieron personalmente al Congreso a pronunciar su discurso de situación.
Ya para 1947, en tiempos de Harry Truman, el mensaje había adquirido ribetes icónicos: a partir de entonces fue televisado. Y para la tumultuosa era de Lyndon Johnson su transmisión fue movida a horario estelar. Se convirtió, pues, en el ritual político más emblemático del poder presidencial, cuando las otras 2 ramas de gobierno (y el pueblo incluido) se detienen para escuchar de boca del jefe de estado y comandante en jefe las coordenadas del presente y el porvenir.
Y la pregunta obligada hoy es: ¿Y qué dijo Trump?
Que la economía americana está en su mejor momento; que el desempleo ha bajado dramáticamente; que hay que invertir en nueva infraestructura y abaratar los costos de las medicinas; que los ilegales son una plaga a la que hay que atajar erigiendo un muro en la frontera con México; que las investigaciones en su contra son pura persecución política; que hay que hacerle frentea China a través de nuevos aranceles; que el tratado con Rusia sobre proliferación de armamento nuclear ha quedado anulado; que puso en cintura a la OTAN; que Siria y Afganistán han sido pacificados y que Maduro tiene sus días contados al frente de Venezuela.
¿Y de Puerto Rico?
Nada.
¿Y de la estadidad?
Menos.
Published in El Nuevo Día: Tribuna invitada on February 6, 2019.