La resurrección de Joe Biden
Published in El Nuevo Día: Tribuna invitada on March 5, 2020
Nos cuenta el Evangelio de San Juan, que estando Jesús por la antigua Betania (cerca de Jerusalén) se topó con la inesperada muerte de Lázaro y que, conmovido ante su deceso, lo regresó a la vida al son de “levántate y anda”.
El Lázaro bíblico hoy reaparece encarnado en la figura de Joe Biden, quien como el ave fénix ha resurgido de sus propias cenizas.
Y es que, contra todo pronóstico, Joe Biden arrasó en las primarias del “súper” martes.
Contrario a lo que pronosticaba la jauría de politólogos, todólogos y encuestadores, Joe Biden desafío la fuerza de gravedad política al cerrarle el paso a Bernie Sandersy su revolución socialdemócrata cuando, como al Cid Campeador, ya se le daba por muerto.
¿Y qué pasó?
Pasó que después de haber sido aplastado en Iowa y New Hampshire, y luego de haber tropezado en los debates previos al inicio de las primarias, Biden logró ganar de forma contundente el sábado pasado en Carolina del Sur y en la noche del martes ganó holgadamente en Alabama, Arkansas, Massachusetts, Minnesota, Carolina del Norte, Oklahoma, Tennessee, Texas, Virginia y Maine; provocando la salida en masa de Pete Buttigieg, Amy Klobuchar y Michael Bloomberg (quienes ya se unieron al equipo del exvicepresidente).
Y es que aunque todavía faltan cuatro meses para la convención demócrata en Milwaukee, desde ya podemos anticipar que Biden, y no Sanders, es quien aparenta tener mayor probabilidad de alzarse con los 1,991 delegados necesarios para convertirse en el candidato presidencial del Partido Demócrata de cara a la elección del próximo 3 de noviembre; particularmente tomando en cuenta que un gran número de las próximas primarias se escenificarán en estados que Sanders perdió estrepitosamente en 2016 contra Hillary Clinton: Luisiana, Mississippi, Florida, Illinois, Ohio, Arizona, Nueva York, Connecticut, Maryland, Pennsylvania, Nebraska, Nueva Jersey y Nuevo México (sin contar Puerto Rico con sus 51 delegados).
¿Y cómo se explica la resurrección de Biden? ¿Se levantó del otro lado de la cama? ¿Fue poseído por algún extraterrestre? ¿Se dio un baño de sales? ¿Prendió un velón? ¿Encontró el santo grial?
Ninguna de las anteriores.
La realidad es que la resurrección de Biden no se debe a Biden. La resurrección de Biden se ha dado a pesar de Biden.
La estructura del Partido Demócrata, anclado en su terror a Donald Trump, le puso un “hasta aquí” a Bernie Sanders y acaba de trazar la línea de Pizarro. Y no va a haber marcha atrás.
El discurso público de Sanders le puso los pelos de punta al Partido Demócrata, que pronto lo percibieron como presa fácil para Trump; que si Sanders se había ido de luna de miel a la comunista Unión Soviética a mediados de los ochenta; que si era un apologista de Fidel Castro, Daniel Ortega y Nicolás Maduro; que jamás podría ganar la Florida; que si era un enemigo de Israel; que si iba a destruir la economía a raíz del elevado costo de sus fantasiosas promesas; que si el plan universal de salud que proponía era antiamericano; que si era un comunista de clóset que iba causar que los demócratas volvieran a perder la Cámara de Representantes (hoy en manos de Pelosi) y ni soñar con liberar al Senado de Mitch McConnell ni mucho menos al Supremo y a los tribunales federales inferiores de la bota de Trump.
La mera mención de Sanders pronto comenzó a conjurar, en las mentes de algunos, los fantasmas de James Cox, Al Smith, Adlai Stenvenson, George McGovern y Walter Mondale; quienes enterraron al Partido Demócrata con sus aplastantes derrotas contra los republicanos Warren Harding, Herbert Hoover, Dwight Eisenhower, Richard Nixon y Ronald Reagan.
Así las cosas, la pelea entre Biden y Trump está casada.