Por las alcantarillas de eso que aquí llamamos “la política” anda suelto con metralleta en mano un gatillero mediático (que antes era penepé y ahora se canta popular) tirándole escopetazos a troche y moche a la familia del gobernador.
Esa mala maña de meterse con la familia de las figuras públicas con el único propósito de agenciarse visibilidad mediática en época de campaña electoral es tan infame como la malsana costumbre de la calumnia política, tan entronizada en nuestra accidentada vida pública, desde mucho antes del cambio de soberanía de 1898.
Román Baldorioty de Castro y su yerno Arístides Díaz Díaz la vivieron en carne propia, cuando después del cautiverio del prócer en el Morro (por defender el autonomismo), sus adversarios vertieron contra él toda suerte de acusaciones infundadas de nepotismo porque, a causa de una grave condición de la próstata que acabaría con su vida, designó temporeramente a su yerno como secretario interino del Partido Autonomista. La labor del interino no incluyó sueldos ni emolumentos. Nunca hubo malos manejos y sus detractores jamás lograron demostrar la veracidad de sus viciosas acusaciones.
Contra Luis Muñoz Rivera, en plena campaña de 1900, se levantó la turba republicana que asaltó su hogar y con todo y ello las autoridades (que simpatizaban con el partido de oposición) lo acusaron a él de tentativa de homicidio y agresión. Pasadas las elecciones los cargos se hicieron sal y agua.
Tampoco José De Diego se salvó de los dardos envenenados. Contra el caballero de la raza se urdieron falsas acusaciones por su prédica soberanista. Del “ilustre lisiado” (como sarcásticamente se referían a él sus enemigos luego de que en 1917 sufriera la amputación de su pierna izquierda) se decía que siendo presidente de la Cámara de Delegados beneficiaba a las centrales azucareras que luego representaba como abogado privado. Delma Arrigoitía, su biógrafa principal, afirma en su libro que no ha encontrado evidencia alguna que demuestre la veracidad de tal acusación.
Contra Pedro Albizu Campos y Ernesto Ramos Antonini se conjuró el viejo fantasma del racismo, cuando aspiraron a la presidencia del Partido Nacionalista y de la Cámara de Representantes en 1930 y 1941, respectivamente.
A Luis Muñoz Marín, cuando debutó en la política en 1932, se le acusó de morfinómano y luego, en su primera campaña a la gobernación en 1948, se le tachó además de borracho consuetudinario, marihuanero, vago, y adúltero. (Véase afiche de campaña contra Muñoz Marín en Carlos Zapata, “De independentista a autonomista” p. 202 (2003)).
Al olvidado Luis Negrón López lo hundieron en 1968, cuando falsamente lo acusaron de evasor contributivo y bolitero (con el mote de “315″).
Contra Luis Ferré fue su propio concuñado Miguel Ángel García Méndez quien en la campaña de 1968 (luego del rompimiento de aquél con el Partido Estadista Republicano) lo acusó de ser un “payaso político”, “un Judas” y un “tarugo” de Muñoz Marín. (El Mundo, 19 de agosto de 1968).
Y ya entrada la era de Rafael Hernández Colón, Carlos Romero Barceló, Pedro Rosselló (y su progenie) la alcantarilla se fue haciendo aún más pestilente. Cosa que me trae a la mente aquella entrevista de 1935 que el periodista Teófilo Maldonado le hizo al entonces presidente del Senado, Rafael Martínez Nadal: “dígame, don Rafael, ¿si usted regresara al 1902, a sus mejores años de juventud, ingresaría en la política activa del país?” A lo que Martínez Nadal contestó con un rotundo no. En eso se acercó Mario (hijo de Martinez Nadal, quien entonces contaba con 12 años) y el periodista le preguntó al líder senatorial: “y este, ¿querría usted que siguiera sus pasos en la política de nuestro pueblo?” Horrorizado, exclamó, “¡Oh, no!” e inmediatamente sentenció: “mi compañera Mercedes, si yo faltare, se encargará de ahuyentar de la mente de mi hijo toda idea de intervenir activamente en nuestra política” (Maldonado, Hombres de Primera Plana, pp. 67-69 (1958)). Eso fue en 1935. Imaginen lo que Martínez Nadal diría de la política de 2024.
¿Y por qué a la gente decente y honrada les cuesta mucho meterse en la política? Porque en Puerto Rico la alcantarilla política hace rato se desbordó y créanme que emana mucho hedor.