Published in El Nuevo Día: Tribuna invitada on March 20, 2019.

Pocas veces en nuestro firmamento político aparece una figura que a un mismo tiempo conjure los atributos que hoy evoca Carmen Yulín Cruz: carisma, inteligencia, elocuencia, valentía y alta sensibilidad con el que está abajo.

Carmen Yulín, con sus luces y sus sombras, enfrenta hoy una encrucijada que muy bien podría definir el devenir inmediato del escenario político puertorriqueño.

Tal cual el poeta Robert Frost, Carmen Yulín ahora deberá escoger entre dos caminos: el de la gobernación o el de la comisaría. Y claro, tendrá que decidir si lo hace bajo la insignia del PPD o lejos de ella.

Intimo que Carmen Yulín correrá bajo la insignia del PPD. No hacerlo sería un grave error, particularmente porque el PPD muy a pesar de sí mismo aún constituye una fuerza política con la que hay que contar dada su presencia en la legislatura, en los municipios (en donde cuenta con más alcaldías que el PNP) y en cada uno de los 78 municipios del país a través de sus comités en los campos y ciudades.

El que piense que va a ganar elecciones en Puerto Rico sin contar con una maquinaria política probada, con capacidad de difundir un mensaje, de levantar una infraestructura financiera a través de un “brand” o marca que de alguna manera resuene entre la masa del electorado nunca ha estado en política y desconoce la profundidad de sus cavernosas entrañas.

Así las cosas, la pregunta difícil para Carmen Yulín es decidir si aspirar a la gobernación o a la comisaría, y cómo domesticar a esa izquierda intransigente que hoy se agrupa en el neófito Movimiento Victoria Ciudadana para de ahí fraguar una alianza ideológicamente coherente que no ahuyente a los populares más conservadores a quienes también necesitará para ganar cualquiera de las dos candidaturas — particularmente en la fase de las primarias.

¿O la gobernación o la comisaría?

A pesar de que son las únicas dos candidaturas que corren a nivel de toda la isla, son candidaturas bien distintas.

La candidatura a la comisaría está supeditada a la de la gobernación, porque quien va a dictar la política pública del gobierno de ganarse las elecciones será el gobernador quien también será, conforme el reglamento del partido, presidente del PPD.

Francamente no veo a Carmen Yulín cogiendo órdenes de ninguno de los que hoy se perfilan como precandidatos a la gobernación del PPD.

Ahí el primer desafío, tanto para ella como para ellos, de una candidatura de Carmen Yulín a la comisaría.

El segundo escollo es inclusive mucho mayor. Me inclino a pensar que si Carmen Yulín aspira a la comisaría el Movimiento Victoria Ciudadana, lejos de postular candidato para esa posición, cerrará filas con Carmen Yulín a la vez que postulará a alguien a la gobernación, con lo Carmen Yulín podría asegurar su triunfo sobre la base de esa alianza a la vez que sella la derrota de su compañero de papeleta popular, quien contoda certeza no contará con el respaldo de Victoria Ciudadana. No olvidemos que tanto en 2012 como en 2016 el PPD perdió la comisaría residente por menos del 1% de los votos.

Aspirar a la gobernación, no obstante, encierra para Carmen Yulín un desafío inmediato: hacerle frente a una primaria dura y costosa que la va a obligar a hacerse cargo (quizás a destiempo) de un partido moribundo, quebrado y sin proyecto.

Sea cual fuera su decisión, el desafío de Carmen Yulín sigue siendo el mismo: encontrarse finalmente a sí misma para desde ese entendimiento cabal de quien se es dar las batallas grandes por aquellos principios y valores que la han llevado hasta dónde está hoy: al filo de su propio destino.

Rafael Cox Alomar

Rafael Cox Alomar