Published in El Nuevo Día: Tribuna invitada on November 15, 2019

Y mientras en Puerto Rico no salíamos de nuestro asombro al descubrir que desde la presidencia del Tribunal Supremo se fraguaba a espaldas de las realidades del país un aumento salarial para la judicatura, a la vez que desde el Senado se pisoteaban los más básicos derechos democráticos de nuestro pueblo, en Chile, Bolivia, España y Washington ardía troya. La violenta e inesperada implosión del modelo chileno a manos de Sebastián Piñera; la súbita renuncia de Evo Morales a la presidencia boliviana luego de 14 años en el poder; junto al preocupante y decepcionante resultado de la elección española sin dudas han acaparado la atención del mundo durante los últimos días.

En Washington, sin embargo, la atención está (y estará por el futuro previsible) centrada en las vistas públicas sobre el residenciamiento del presidente Trump — las cuales dieron inicio en la Cámara de Representantes federal este pasado miércoles 13 de noviembre.

¿Y quiénes testificaron en las vistas del miércoles?

William Taylor, quien desde el 18 de junio de 2019 se ha desempeñado como embajador de los Estados Unidos en Ucrania. Y George Kent, quien funge como secretario de Estado auxiliar para asuntos de Europa y Asia desde el 4 de septiembre de 2018. Ambos son oficiales de carrera del Departamento de Estado. Han llegado a sus respectivas posiciones como resultado de su respectivo talento y no por enchufe político.

¿Y qué dijo Taylor?

Reveló por primera vez que miembros de su equipo de trabajo en la embajada escucharon cuando Trump le impartía instrucciones a Gordon Sondland (embajador de los Estados Unidos en la Unión Europea) para que presionara a Ucrania — de tal manera que comenzara una investigación criminal contra el exvicepresidente Joe Biden y su hijo Hunter (quien desde 2014 fungía como miembro de la junta de directores de una empresa ucraniana de nombre Burisma) a cambio del desembolso de ayuda económica y militar previamente aprobada por el Congreso.

¿Y qué dijo Kent?

Que Rudolph Giuliani, el abogado personal de Trump, era quien movía los hilos; que la postura de Trump sobre Ucrania aparentaba estar influenciada por Vladimir Putin; que la destitución de la exembajadora Marie Yovanovitch, por parte de Trump, se debió a que ella no se dejó intimidar por el presidente. Y que a él se le amenazó con que mantuviera un bajo perfil con respecto a Ucrania; en otras palabras, que cooperara y no cuestionara las decisiones que ahora la Casa Blanca comenzaba a tomar sobre su política en Ucrania.

¿Y ahora qué?

Las vistas continúan este próximo viernes 15 de noviembre, con el testimonio de la exembajadora Yovanovitch; y de ahí al martes 19 con los testimonios de Jennifer Williams (de la oficina del vicepresidente Mike Pence), del teniente coronel Alexander Vindman (Consejo de Seguridad Nacional), de Kurt Volker (exenviado especial de Washington a Ucrania) y Tim Morrison, también del Consejo de Seguridad Nacional. Al día siguiente, comparecerá el embajador Gordon Sondland, junto a personal del Pentágono y del Departamento de Estado. Y el jueves cerrará el ciclo con el testimonio de Fiona Hill, quien también estaba adscrita al Consejo de Seguridad Nacional y hacía las veces de asesora de Trump en asuntos relacionados a Rusia y Europa.

¿Y después de las vistas qué?

La Cámara federal, conforme el mandato constitucional (US Const Art. I, Sec. 2, Cl. 5), habrá de votar sobre si envía al Senado federal artículos de residenciamiento contra el presidente. Esa votación, que presumiblemente se dará antes de finalizar el año, únicamente requiere mayoría simple.

¿Y caerá Trump?

Quién sabe. Aún es muy prematuro para predecir el futuro. Pero lo que sí parece evidente es que la Cámara lo va a residenciar y el Senado lo tendrá que enjuiciar aunque Mitch McConnell no quiera. Y si 20 senadores republicanos se le van en contra, habrá llegado a su fin el presidente más corrupto de la historia americana

Rafael Cox Alomar

Rafael Cox Alomar