Rafael Cox Alomar

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Bad Bunny versus el PNP

Published at El Nuevo Día Primero apareció la Mujer Maravilla. Después llegó el conejo malo. Acto seguido abrió sus mandíbulas el tiburón blanco. Y así, sin más, estalló “la guerra de los billboards.” ¿Y qué decían los billboards? “Votar por el PNP es votar por la corrupción.” “Votar por el PNP es votar por LUMA.”…

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Primero apareció la Mujer Maravilla. Después llegó el conejo malo. Acto seguido abrió sus mandíbulas el tiburón blanco. Y así, sin más, estalló “la guerra de los billboards.”

¿Y qué decían los billboards?

“Votar por el PNP es votar por la corrupción.” “Votar por el PNP es votar por LUMA.” “Quien vota PNP no ama a Puerto Rico.” Inmediatamente se formó el reperpero. Con pose de falsa indignación el liderato del Partido Nuevo Progresista (PNP) radicó una querella ante la Oficina del Contralor Electoral exigiendo la inmediata remoción de los anuncios, la identificación de las personas que pagaron por ellos y la imposición de multas.

Enseguida apareció el Contralor Electoral, quien del tiro salió de su madriguera para irse de “media tour” a opinar pública e impropiamente sobre una controversia legal que le correspondía a él adjudicar. Habíase visto tal apego al debido proceso. Cualquier parecido con los regímenes de Nicolás Maduro y Daniel Ortega es pura coincidencia.

Aquí el problema central es el procesamiento selectivo de Bad Bunny y bMedia (dueña de las vallas) por supuestamente violar un entramado regulatorio de dudosa constitucionalidad. Máxime cuando, de forma arbitraria y caprichosa, el gobierno insiste en usar la Ley para la Fiscalización del Financiamiento de las Campañas Políticas (Ley Núm. 222 de 2011) para amordazar la expresión anónima de un ciudadano privado.

Tal y como ha resuelto el Tribunal Supremo federal, la expresión anónima goza de protección constitucional bajo la Primera Enmienda. (Consúltese las opiniones de los jueces Stevens y Thomas en McIntyre v. Ohio Elections Commission, 514 U.S. 334 (1995)). Y no podía ser de otra manera porque fue a través de la expresión política anónima de Alexander Hamilton y James Madison que se logró la ratificación de la Constitución que le dio vida a la república americana.

Hamilton y Madison jamás firmaron los “Federalist Papers” (1787-88). Desde el anonimato rubricaron sus 80 ensayos con el seudónimo de “Publius.” Asimismo, el propio José Celso Barbosa publicó gran parte de sus escritos políticos anónimamente bajo el seudónimo del “Viejo de la Torre.” En Madison el apego al anónimo es aun de mayor trascendencia que en Hamilton porque fue Madison quien redactó el texto de la Primera Enmienda.

No será Bad Bunny quien alegóricamente le dé muerte al PNP; será el propio liderato del PNP con sus insalvables contradicciones.

Acusan de violencia a Eliezer Molina pero tienen de director de campaña a un personaje contra quien se determinó causa para arresto por violencia doméstica. Tachan de vulgares y groseros a Bad Bunny y Calle 13 pero sin rubor invitan al pueblo a bellaquear y mamar. Denuncian (con razón) a Maduro por tumbar “X” en Venezuela, pero están locos por tumbarle las vallas a Bad Bunny.

El país exige ponerle fin a la corrupción, pero ellos continúan colocando corruptos en posiciones claves. Acusan a la prensa de independentista, pero no denuncian la payola penepé que arropa la radio y la televisión. Condenan el carpeteo ideológico en tiempos de Luis Muñoz Marín, pero siguen inmersos en el espionaje digital a través de los chats.

Decían que había que eliminar la Sección 936 para acabar con la dependencia y el mantengo corporativo, pero lo único que propone su candidata es seguir chupando fondos federales. Firmaron el contrato de LUMA y ahora se hacen los locos. Dicen creer en la libertad de prensa pero exigen que el Centro de Periodismo Investigativo viole su obligación de proteger la confidencialidad de sus fuentes.

Acusan a Juan Dalmau de traicionar su ideal por pedir votos mixtos, pero no se abochornan de pedirle el voto a los populares. Tildan falsamente a Dalmau de comunista, pero no se atreven denunciar a Trump por su disparatado respaldo al dictador comunista norcoreano Kim Jung Un. Dicen creer en la estadidad, pero desconocen la cultura democrática americana.

Bien haría el liderato del PNP en acudir al ejemplo de Barbosa y Luis A. Ferré. Acabar con la fiesta de disfraces e intentar estar a la altura de la historia. De lo contrario, tarde o temprano (aun ganando las elecciones), la Palma morirá.

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