Llegaba a su fin el primer siglo de la era cristiana, arreciaba la persecución de Roma contra los cristianos bajo el sádico régimen del emperador Domiciano, y San Juan (el discípulo amado) andaba refugiado en la remota isla griega de Patmos, donde entre revelación y revelación le dio forma al Apocalipsis (último libro del Nuevo Testamento). Fue en una lúgubre cueva a las orillas del mar Egeo donde San Juan tuvo la visión de que al final de los tiempos cuatro devastadores jinetes arrasarían la Tierra. Es ahí que nace la leyenda de los míticos jinetes del Apocalipsis.
¿Y según la tradición qué representan esos temibles jinetes? La guerra, el hambre, la peste y la muerte. ¿Y qué tienen que ver Trump y el PNP con los cuatro jinetes del Apocalipsis? Que así como los jinetes apocalípticos son presagio de caos y desorden, así mismo el triunfo de Trump y el PNP sería augurio de desbarajuste y corrupción.
Empecemos por Trump y su campaña de embustes e insultos. ¿Quiénes componen su equipo? Un reguerete de corruptos, convictos y embusteros compulsivos como él. Por ahí ya aparecieron, entre tantos otros jinetes apocalípticos, el exalcalde de Nueva York Rudy Giuliani (desaforado en Nueva York y Washington y acusado de fraude en Arizona, Georgia y a nivel federal), Pete Navarro (convicto por obstrucción a la justicia), Steve Bannon (convicto por obstrucción a la justicia), Paul Manafort (convicto por fraude bancario y lavado de activos), George Papadopoulos (convicto por perjurio) y ni hablar del propio Trump.
¿Y qué propone Trump? Un montón de embustes y disparates. ¿Cómo cuáles? Que va a acabar con la guerra entre Ucrania y Rusia en su primer día en la Casa Blanca. Que va a perseguir a todos sus enemigos políticos a lo Richard Nixon. Que va a imponerle arbitrios de 200% a todo lo que venga de China. Que va a deportar de un plumazo a decenas de millones de inmigrantes, incluyendo muy particularmente a los haitianos porque según él son unos come perros.
Que va a invadir a México para acabar con el narcotráfico. Que va a sacar a los Estados Unidos de la Organización del Tratado de Atlántic Norte (OTÁN) y, de paso, dejar a sus aliados europeos a la merced del carnicero de Moscú, Vladimir Putin.
Que va a cerrar el Departamento de Educación y quitarle todos los fondos a cualquier escuela que se atreva a ofrecer currículos de perspectiva de género y tolerancia racial. Que va a darle un cheque en blanco a Benjamin Netanyahu para que borre del mapa a Gaza y otro al comunista Kim Jong-un de Corea del Norte para que siga exterminando a su gente.
¿Y qué tiene que ver el PNP con Trump? Que sus cuatro principales jinetes son todos republicanos. ¿Quiénes? Jennifer, William Villafañe, Johnny Méndez y Thomas Rivera Schatz (el único con la fuerza política para fiscalizar públicamente al círculo de aduladores que rodea a la candidata del PNP).
¿Y quiénes componen el equipo de la candidata? Un montón de cazadores de fortuna, contratólogos y expolíticos, algunos de los cuales la despellejaban pública y notoriamente a través de libros y programas de televisión y ahora la idolatran.
¿Y qué propone el PNP por voz de su candidata? Igual que Trump, un reguerete de promesas populistas sin pies ni cabeza. ¿Cómo cuáles? Que va a traer otro burócrata para seguir manoseando el contrato leonino de Luma. Que va a bajar el IVU, las contribuciones sobre ingreso y el impuesto al inventario médico sin decir qué gastos va a recortar y a sabiendas de que bajo PROMESA ningún gobernador tiene poder para traquetear con la política fiscal. Esa película ya la vimos el año pasado cuando Pedro Pierluisi intentó sin éxito mover la reforma contributiva. ¿Y qué más propone? La estadidad. ¿Para cuándo? ¿Quién sabe?
¿Y qué traerán los jinetes del Apocalipsis si ganan las elecciones? Más conflicto, más pobreza y, claro, más arrestos por corrupción.
¿Y cómo detenerlos?
Saliendo a votar con todas las fuerzas.
De frente y sin miedo.