Published in El Nuevo Día: Tribuna invitada on July 13, 2019

Los días de Ricardo Rosselló en la gobernación están contados.

¿Y por qué?

Porque traicionó al país.

Porque engañó al pueblo de Puerto Rico con el único propósito de encumbrarse en el poder.

Porque se pintó como una cosa que no es.

Porque, al igual que otros antes que él, se rodeó de una infame caterva de aduladores, lambones y buscones que no hicieron otra cosa que saquear las menguadas arcas del país.

Porque, desde el poder, le abrió las puertas de par en par a toda una manada de corruptos y vividores profesionales, con el único propósito de financiar su propia reelección.

Porque, creyéndose todo un Nixon caribeño, orquestó desde La Fortaleza toda una alcantarilla cibernética desde la cual manipular con mentiras la opinión pública, intimidar a periodistas, mancillar reputaciones, desprestigiar a mujeres, mofarse de homosexuales, atacar infundadamente a adversarios, y perseguir despiadadamente a la oposición política y a quienes piensan distinto a él.

Porque le dio rienda suelta a todo un kindergarten palaciego, compuesto de puras pirañas depredadoras, cuyo único fin era figurear con escoltas y forrarse de dinero a costillas del país.

Porque le entregó el Departamento de Educación a una advenediza, totalmente ajena a nuestra realidad, quien cobrando un cuarto de millón de dólares al año jugó a ser secretaria de educación por cerca de dos años, para desprestigio del país.

Porque permitió que volara en pedazos la poca credibilidad que le quedaba al gobierno de Puerto Rico.

Porque ya nadie lo respeta en Washington. Ni republicanos ni demócratas. Tanto así que Raúl Grijalva (presidente de la Comisión de Recursos de la Cámara federal) le ha pedido la renuncia.

Porque ya no cuenta con la credibilidad ni con el capital político que se requiere para adelantar la restructuración de nuestra deuda en Nueva York ni para potenciar las impostergables transformaciones que necesitamos para sobrevivir.

Porque ningún bonista va a creer nada de lo que el gobernador tenga que decir.

Porque saben que si sus relaciones con la Junta de Control Fiscal eran tóxicas, ahora son aún peores.

Porque saben que sus días están contados y que no cuenta con ningún respaldo en su propio partido.

Porque su propia compañera de papeleta, en una acción sin precedente alguno en la historia política del país, ha dicho que no lo va a respaldar para la reelección. Inclusive le ha sugerido que evalúe la conveniencia de renunciar desde ya.

Porque sus propios legisladores y alcaldes lo han dejado solo; cosa que no debe de extrañar a nadie que haya leído las 889 páginas del chat.

¿Y ahora qué?

Ahora Ricky se ha convertido en un lastre para el país. Un paquete demasiado pesado, del cual el PNP habrá de disponer a la velocidad del rayo.

Si renuncia o no solo el tiempo dirá.

Pero su paso porLa Fortaleza ya tiene fecha de expiración.

Y todo por culpa de él mismo. Ricky fue su peor enemigo. Cavó su propia tumba; algo como sacado de una tragedia griega. Ya lo había advertido el propio Pedro Pierluisi, la madurez y la buena gobernanza son consustanciales.

Sobre si regresa Pierluisi, se afinca Jenniffer González o los desplaza Thomas Rivera Schatz ya se sabrá.

Por lo pronto recae sobre el resto de nuestros actores políticos, de mayoría y minoría, la obligación patriótica de articular un frente unido que mitigue el irreparable daño que tanto los arrestos, como las inmadureces del gobernador y sus achichincles, le han causado al prestigio y a la imagen del pueblo puertorriqueño.

Y a la oposición popular, cuidado. No es momento de hacer fiesta. Nuestro partido carga también, para desdoro propio, con su buena pandilla de buscones y saqueadores profesionales.

¡Ojo al pillo!

Rafael Cox Alomar

Rafael Cox Alomar