Published in El Nuevo Día: Tribuna invitada on May 15, 2019.

De paso por Roma y Florencia en días recientes (donde el pasado 6 de mayo dicté una conferencia en la Università di Firenze) confirmé que efectivamente se soltaron los locos.

¿Y quiénes son los locos?

Los populistas de derecha e izquierda que hoy mantienen al mundo con los pelos de punta.

¿O sea que Trump no está solo?

Para nada.

Empecemos por Italia misma.

Allí un joven político de la más radical derecha llamado Matteo Salvini, quien funge a un mismo tiempo de vice primer ministro y de ministro de lo interior, se ha convertido en el hombre fuerte de Italia a fuerza de un discurso eminentemente racista. El foco de Salvini son los inmigrantes — particularmente aquellos provenientes del Sahel, Túnez, Libia, Argelia, Egipto y el África subsahariana. Y con su propuesta de puertos cerrados y su temerario desafío a los controles fiscales impuestos por la Unión Europea desde Bruselas, Salvini hoy se encamina a lo que pareciera ser una cómoda victoria en las elecciones europeas que se celebrarán en Italia a finales de mayo.

Y mientras Salvini acorrala al endeble gobierno de coalición presidido por el hasta hace poco desconocido primer ministro Giuseppe Conti, en Turquía otro fanfarrón anda suelto y sin cabete. Se trata del presidente Recep Tayyip Erdogan, quien el pasado 6 de mayo por sus propios pantalones mandó a anular el resultado de las elecciones para la alcaldía de Estambul del 1 de abril, en las cuales el líder de la oposición Ekrem Imamoglu no solo le había ganado al candidato de Erdogan sino que ya había sido juramentado como alcalde en propiedad. No sorprende de Erdogan, quien funge más como sultán dictatorial que como presidente constitucional.

Y hablando de sultanes, no olvidemos al de Brunéi — quien firmó el pasado 3 de abril un nuevo y disparatado código penal de corte islámico fundamentalista conforme el cual los homosexuales se exponen a la pena de muerte.

Mientras tanto en el vecindario asiático, hizo su aparición un nuevo rey. Y es que Tailandia, luego de más de un año de espera, coronó al sexagenario Rama X como su nuevo monarca y acto seguido aquel se abrogó para si poderes casi omnímodos a través del mecanismo de la reforma constitucional. Ahora tendrá poder para intervenir directamente en los asuntos políticos, en maridaje y contubernio con la corrupta junta militar que hoy gobierna desde Bangkok a su antojo.

Mientras, en Filipinas, el bocón Rodrigo Duterte ganó este pasado lunes 13 de mayo las elecciones de medio término contundentemente. Aquel que llamó hijo de perra al Papa Francisco y que aun al sol de hoy celebra a Adolfo Hitler a la vez que aboga abiertamente por el linchamiento extrajudicial de los adictos, sigue siendo el líder absoluto de Manila.

¿Y qué de la América Latina?

Ya el presidente brasileño Jair Bolsonaro y sus tres hijos se encargaron de sacar la cara por ella.

El pasado 25 de abril, sin encomendarse a nadie, Bolsonaro declaró desde Brasilia lo siguiente: “si usted quiere venir a Brasil y sostener relaciones sexuales con mujeres aproveche hasta más no poder, lo que no vamos a permitir aquí es que esto se convierta en un paraíso turístico para homosexuales. Brasil no se puede convertir en un país de homosexuales. Aquí tenemos familias”.

Mientras, su hijo Carlos Bolsonaro, alias el pitbull, dispara artillería pesada contra todo aquel que piense diferente a su cavernario padre.

Y llegamos al dinosaurio de Nicolás Maduro, quien no conforme con el descalabro interno de su liderato entre los militares, secuestró a Edgar Zambrano, vicepresidente de la Asamblea Nacional, en abierta violación a los más elementales derechos humanos.

Y para cerrar con broche de oro ahí están las más recientes peripecias del siempre divertido Donald Trump: en solo una semana le declaró la guerra comercial y geopolítica a China e Irán, abrió fuego contra el Congreso y de paso hundió los mercados.

¿Pero estarán locos estos personajes?

De locos ni un pelo.

Rafael Cox Alomar

Rafael Cox Alomar